Espera...

De tanto esperar mi boca se ha secado, transformandose en un desierto estéril, opaco, sin gracia donde el brillo de los labios y la sonrisa para recibirte se va transformando en una mueca de aburrimiento y olvido.
De tanto esperar, mi cabeza está loca de recuerdos, que parecen ya no ser mios...
De tanto querer sentirte, mi cuerpo se contrae y en un minuto creo convertirme en un nudo, una masa que se condensa con la sola existencia del aire.