jueves, septiembre 22, 2005

La locura de Camila ( I )

Cuando se trata de conseguir lo que uno quiere hay muchas maneras de hacerlo, se quiera dinero, amor o placer. Los métodos no varian mucho entre hombres y mujeres.
Discutía con mi amigo un día quien era más manipulador, el hombre o la mujer, por que si bien es reconocido que las mujeres manipulan a los hombres con sus rabietas, llantos y tratando de hacerlos sentir culpables por lo que hacen o no hacen, los hombres no se quedan atrás; por ejemplo cuando utilizan a su favor lo que ellos saben que ella desea escuchar y logran decirlo con una cara de veracidad que ya la quisiera un actor para ganar el Oscar, o quienes adquieren conocimiento para utilizar aquella mirada seductora y tierna, además de la sonrisa perfecta que puede bajar las mejores defensas.
Para ejemplificar o más bien para poner en análisis la situación, le relaté a mi amigo la siguiente historia que escuche de boca de su protagonista.
Camila como adolecente fue una niña como cualquier otra y se podría decir que partió tarde en el conocimiento del sexo opuesto, ya que su primer pololo lo conoció cercano a sus quince años, pero como le pasa a muchos el primer beso lo dió por curiosidad y le pareció desagradable, afortunadamente conoció a Manuel en ese entonces de veinte años; a los quince los cinco años de diferencia pueden parecer una enormidad, por lo que parecía imposible que él en algún minuto se percatara de su existencia. El era ex-alumno del liceo y participaba aún en el Coro, en los recreos ella trataba de estar en su "campo visual" y de una manera bastante obvia entró en el Coro.
Lo entretenido del asunto es que ella sin tener una voz desagradable nunca fue entonada y tuvo que aprender a trabajar con su voz, aprender técnicas de respiración, impostación etc., cosas que como veremos más adelante pueden ser útiles.
En medio de los meses de asistencia al coro Camila empieza a practicar su risa coqueta y las miradas solapadas, actitudes que vistas con la distancia de los años le generan una muy tranquila nostalgia.