lunes, septiembre 26, 2005

La locura de Camila ( II )

Por fin un evento en el liceo, la licenciatura, aparecen esas mariposas en el estómago que no la dejan tranquila, la ansiedad y el nervio parecian no quitarle el aliento, pero que diablos, hay que subir al escenario y que mas importante que estar con él.
Una vez finalizado el evento, lo busca con la mirada, ya es tarde y comienza a refrescar, logra hablarle y decirle que va a su casa, como un caballero Manuel se ofrece a acompañarla, le pasa su chaqueta para abrigarla y caminan en el atardecer.
La voz, su voz merece descripción a parte para Camila, podrían estar hablando del clima, de autos, lo que sea y aún parecerle mágico su sonido, la relaja, pero a la vez le produce un estremecimiento que va desde su oido, cuello, pecho hasta cada terminación nerviosa de su cuerpo. Ya no se puede distingir entre el frio y los nervios, cuando llegan a la puerta de la casa Manuel le regala un beso tierno y delicado, y me atrevo a decir un regalo por que es algo esperado que se atesora en un pequeño rincón de los recuerdos y que a pesar de no verlo de solo pensar en ello sonrie y disfruta como algo lindo, limpio, mágico que logró generar en ella la sensación de caminar en el aire, sin pisar el suelo, por única vez en su vida.
Luego llegó el turno de volver a la realidad, ya que dias despúes Manuel se encargó de explicarle a Camila que un beso era solo un beso que no había que darle mayor importancia, por pudor ella fue incapaz de explicarle lo importante que había sido ese momento y comenzó a pensar como lo que puede ser maravilloso para uno, no siempre es correspondido y que el caminar entre nubes se paga con el precio de tirarte a tierra.
Camila a esa edad puede decirse que afrontó bien la tristeza, pasó por etapas de interes y desinteres por lo hombres, de los logros de ese entonces aprendió a jugar ajedres (porque a un niño del que hoy no se acuerda ni del nombre jugaba) , casi logra aprender a tocar guitarra, participó en el grupo de teatro y en el diario estudiantil.
En medio de todas las actividades del liceo y los primeros indicios de espíritu político, en un comite ( de qué no importa ahora), conoció a otro hombre importante en su vida, su primera obsesión , quien despertó su amor y odio en la adolescencia.